Históricamente las personas con Síndrome de Down han representado para los demás dos aspectos a la vez: uno que hace referencia a su incapacidad o inhabilidad intelectual y otro que apunta su capacidad para bridar amor. Han sido tomados como el prototipo de la persona que no aprende pero, asimismo muchos expresan rápidamente “Son tan cariñosos” como si esto último aliviara en algo la incapacidad reconocida de aprender, por lo que han sido objeto de discriminación social y escolar principalmente, entrando dentro de la categoría de “no educables”.
Hace unos cuantos años ya, las personas con SD nos han mostrado que con adecuadas intervenciones y acompañamiento profesional desde su nacimiento con la estimulación temprana, durante su vida escolar incluidos en escuelas comunes con apoyo, en su juventud y vida adulta incluidos mediante el trabajo en el mercado laboral competitivo, son personas competentes para aprender, trabajar, ser autónomos, amar, en fin, gozar de una vida plena.
FORTALECER LOS CAMBIOS
¿Y cómo es que esto es así? ¿Qué ha cambiado? Ciertamente que el Síndrome de Down sigue siendo producido por la misma alteración genética (trisomía del par 21) que provoca particulares características físicas y de estructura cerebral.
Hace ya algunos años ha cambiado la consideración de la discapacidad, actualmente se considera a la persona no de forma aislada sino en contexto. Las posibilidades de desenvolvimiento, de competencia personal no pueden verse aisladas del contexto, es decir, de las posibilidades de apoyos que brinda el entorno de la persona. Ya no se toma en cuenta a la persona desde el punto de vista de la enfermedad sino desde un punto de vista social que da cuenta de las ventajas y desventajas que el medio proporciona a personas con diferentes condiciones. Esto hace que en condiciones ambientales o contextuales favorables, con los apoyos necesarios, las desventajas se minimizan y todas las personas tienen la posibilidad de desarrollar todo su potencial y de tener una vida lo más normalizada posible, estando incluído en su entorno, siendo una persona activa, participando de la vida social.
ADAPTARSE A LA DIVERSIDAD
¡Cuánta dificultad tenemos de adaptarnos nosotros a lo diverso! Una mirada reflexiva y crítica nos permitiría ver cuánto nos desestructuramos al enfrentarnos a personas que aprenden diferente, con diferente ritmo (más lento, más rápido), que piensan por otros trayectos, que valoran diferente. Este es el nudo de la cuestión, cuánto podemos nosotros los que no tenemos Síndrome de Down adaptarnos a su condición para brindarles los apoyos necesarios para que se desarrollen plenamente incluidos en la sociedad. Esto es lo valioso, la transformación que la diferencia entre personas opera en nosotros que nos hace mejores padres, hermanos, vecinos, amigos, maestros, médicos, mejores personas que aportarán para la construcción de una mejor sociedad.-
*Lic. Verónica Galetto
Lic. en Fonoaudiología
Especialista en atención de Personas con Síndrome de Down.
Coordinadora de Programas Fundación Incluir.