"¡Las palabras importan!"
Las palabras importan! Las palabras pueden abrir puertas o cerrarlas. Las palabras pueden crear barreras o estereotipos, que no solo van deformando nuestro lenguaje, sino que también nos roban parte de nuestra humana dignidad.
"Mongol" es aquella persona natural de Mongolia, país de Asia. Como grupo étnico se originó en lo que en la actualidad es Mongolia, Rusia y la República Popular China, grupo que se expandió promediando el año 1200, bajo el reinado de Gengis Kan.
Sucede que "mogol" es un sinónimo de "mongol", y la palabra "mogólico" se utiliza en referencia a las personas que tienen Síndrome de Down, por entenderse que tienen rasgos físicos que se asemejan a los asiáticos.
Paradójicamente el término proviene del mismo John Langdon Down, quien -influído al igual que muchos científicos de mediados del siglo XIX por el origen de las Especies de Darwin-, creyó que la alteración genética que hoy llamamos Síndrome de Down implicaba el retroceso hacia un tipo racial primitivo, y al reconocer un cierto tipo oriental en los niños afectados -cabello oscuro, lacio y escaso, rostro aplanado, ancho y carente de prominencias, ojos colocados en forma oblicua-, acuñó el termino "mongolismo" para caracterizarlo. (…)
¿Cómo usamos socialmente el término "mogólico"?, ¿Con qué propósito?. El mismo tema nos lleva indefectiblemente a formularnos otros interrogantes: ¿Qué tipos de pensamiento se necesita para que el lenguaje ocurra?, ¿Influye nuestro uso del lenguaje, y en forma subyacente nuestro pensamiento, en el conocimiento del mundo?, ¿Cómo construyen ambos nuestra propia realidad?
Entendemos que no sólo es legítimo sino necesario formularnos estos interrogantes, al menos si sentimos que formamos parte de una sociedad, si nos comunicamos mediante un simbolismo llamado lenguaje, si nos consideramos humanos (…)
Lenguaje y cultura
Entre lenguaje y cultura se da una relación de intercambio recíproco. Por una parte, el lenguaje es un producto cultural -que refleja la misma-, pero por otra, el lenguaje es condición de la cultura y contribuye a crearla (…)
Recientemente, la editorial Losada ha lanzado el "Diccionario de la injuria", libro que recopila unos mil insultos en español, un cóctel de palabras de afrentas que la historia de la humanidad intenta atravesar y nos presenta dos orígenes de la ofensa:uno popular y otro erudito, el primero se vale de la zoología ("burro", "cerdo") o de una supuesta anormalidad ("cabezón", "orejudo", "enano"), mientras que el segundo, parte de los insultos que apuntan a atacar la capacidad intelectual del otro ("boludo", "imbécil", "idiota", "mogólico") y de este modo juegan con la minusvalía mental para herir al destinatario o definir situaciones.
Nos dicen sus autores: "En el momento del insulto la persona abre una puerta dentro suyo que deja salir lo más propio de su individualidad. Escuchando cómo insulta una persona, se puede conocer cómo esa persona es, más allá de la máscara que ofrece a los otros".............................
Sabemos que con el insulto no solo se ofende sino que al mismo tiempo se ejerce la discriminación ("judío", "boliviano", "negro"); se marca un territorio y se establece una jerarquía; el insulto pareciera una de las herramientas preferidas de la discriminación social. Al punto que, en el terreno del lenguaje casi podríamos decir que la discriminación se reduce a eso, a poner como figura central alguna de las variantes -sean de las refinadas o de las brutales-, del insulto.
Ahora bien, en estos tiempos que corren, pareciera que las personas somos desde niños discriminadores; que la discriminación social es lo normal, y que en todo caso, superarla es el resultado de un aprendizaje, de un arduo trabajo y de un ejercicio diario.
Quizás una de las maneras de comenzar a pensar el tema sea precisamente advertir que, una de las propiedades de la lengua es su capacidad erosiva, que va con el tiempo limando los significados de ciertas palabras, que podemos apropiarnos de ellas en forma extensiva, incorporarlas a un uso cotidiano, incluso cambiarles el significado volviendo positivo lo negativo, o negativo lo neutro. Advertirlo y ser concientes y responsables de esta capacidad.
Por ello, en lo que a nosotros respecta, quizás podamos ir poniendo en claro algunos puntos: No somos mogólicos, no nacimos en Asia. Tenemos una alteración genética. Ella implica una afección a nuestro sistema nervioso central. Con ello, una diversidad funcional mental. Si tenemos generalmente nuestros ojos oblicuos, bellos y oblicuos, pero no nacimos en Asia y la referencia a nuestra condición no debería ser un insulto. Tenemos Síndrome de Down, y en ello radica nuestra individualidad y nuestra dignidad.(…)
En esta clara y brillante carta escrita por esta madre de la ciudad de Azul, se habla de cultura y lenguaje y se pregunta cómo ambos construyen la realidad.
Entonces, si a los niños con Síndrome de Down se los continúa apartando en centros "especiales", no se respeta su derecho a estudiar en un aula común como a los demás niños y siguen siendo sujetos invisibles para la sociedad, la construcción que ésta hará de la realidad será definitivamente distorsionada en lo que a la dignidad de las personas con Síndrome de Down se trate. Así, el objetivo principal que perseguimos, la inclusión social de las personas con SD, será nulo.
Entre lenguaje y cultura se da una relación de intercambio recíproco. Por una parte, el lenguaje es un producto cultural -que refleja la misma-, pero por otra, el lenguaje es condición de la cultura y contribuye a crearla (…)
Recientemente, la editorial Losada ha lanzado el "Diccionario de la injuria", libro que recopila unos mil insultos en español, un cóctel de palabras de afrentas que la historia de la humanidad intenta atravesar y nos presenta dos orígenes de la ofensa:uno popular y otro erudito, el primero se vale de la zoología ("burro", "cerdo") o de una supuesta anormalidad ("cabezón", "orejudo", "enano"), mientras que el segundo, parte de los insultos que apuntan a atacar la capacidad intelectual del otro ("boludo", "imbécil", "idiota", "mogólico") y de este modo juegan con la minusvalía mental para herir al destinatario o definir situaciones.
Nos dicen sus autores: "En el momento del insulto la persona abre una puerta dentro suyo que deja salir lo más propio de su individualidad. Escuchando cómo insulta una persona, se puede conocer cómo esa persona es, más allá de la máscara que ofrece a los otros".............................
Sabemos que con el insulto no solo se ofende sino que al mismo tiempo se ejerce la discriminación ("judío", "boliviano", "negro"); se marca un territorio y se establece una jerarquía; el insulto pareciera una de las herramientas preferidas de la discriminación social. Al punto que, en el terreno del lenguaje casi podríamos decir que la discriminación se reduce a eso, a poner como figura central alguna de las variantes -sean de las refinadas o de las brutales-, del insulto.
Ahora bien, en estos tiempos que corren, pareciera que las personas somos desde niños discriminadores; que la discriminación social es lo normal, y que en todo caso, superarla es el resultado de un aprendizaje, de un arduo trabajo y de un ejercicio diario.
Quizás una de las maneras de comenzar a pensar el tema sea precisamente advertir que, una de las propiedades de la lengua es su capacidad erosiva, que va con el tiempo limando los significados de ciertas palabras, que podemos apropiarnos de ellas en forma extensiva, incorporarlas a un uso cotidiano, incluso cambiarles el significado volviendo positivo lo negativo, o negativo lo neutro. Advertirlo y ser concientes y responsables de esta capacidad.
Por ello, en lo que a nosotros respecta, quizás podamos ir poniendo en claro algunos puntos: No somos mogólicos, no nacimos en Asia. Tenemos una alteración genética. Ella implica una afección a nuestro sistema nervioso central. Con ello, una diversidad funcional mental. Si tenemos generalmente nuestros ojos oblicuos, bellos y oblicuos, pero no nacimos en Asia y la referencia a nuestra condición no debería ser un insulto. Tenemos Síndrome de Down, y en ello radica nuestra individualidad y nuestra dignidad.(…)
En esta clara y brillante carta escrita por esta madre de la ciudad de Azul, se habla de cultura y lenguaje y se pregunta cómo ambos construyen la realidad.
Entonces, si a los niños con Síndrome de Down se los continúa apartando en centros "especiales", no se respeta su derecho a estudiar en un aula común como a los demás niños y siguen siendo sujetos invisibles para la sociedad, la construcción que ésta hará de la realidad será definitivamente distorsionada en lo que a la dignidad de las personas con Síndrome de Down se trate. Así, el objetivo principal que perseguimos, la inclusión social de las personas con SD, será nulo.
"¡Palabras que SÍ importan!": Discriminación
Señores políticos, funcionarios, legisladores, maestros, ustedes son los responsables de esta asignatura dolorosa, mientras no tomen las medidas que les corresponde a sus funciones para tener una educación inclusiva , una escuela común PARA TODOS.
Señores políticos, funcionarios, legisladores, maestros, ustedes son los responsables de esta asignatura dolorosa, mientras no tomen las medidas que les corresponde a sus funciones para tener una educación inclusiva , una escuela común PARA TODOS.